Tenemos la convicción de que a este mundo hemos venido, entre otras muchas cosas, a divertirnos. La diversión es el contrapunto a los sinsabores de la vida.
No obstante, creo hemos de procurar divertirnos dañando lo menos posible el entorno que nos rodea, sobre todo a los seres vivos con los que convivimos. La tendencia a divertirnos a costa de los toros no la comparto; estos animales sufren cuando son acosados y no digamos ya cuando son lanceados, banderilleados y muertos a estoque; así lo ponen de manifiesto el sentido común y la ciencia.
Reconozco que fui aficionado a los toros, pero hubo un momento en que, como tantas personas, me replantee esta afición, reflexioné y perdí el interés por la fiesta y las celebraciones taurinas, por lo ya expuesto: el sufrimiento animal. Hemos de ser compasivos con los animales, aun en el caso de que sólo nos sirvan como alimento, que no es poco, y dar gracias por su existencia y los servicios que nos prestan.
Relaciono lo expuesto con el pasado Congreso Nacional del toro de cuerda celebrado en Teruel que, además de estrés en los toros, ocasionó bastantes molestias a los vecinos del Ensanche y terminó de manera traumática afectando severamente a uno de los monumentos más apreciados por turolenses y visitantes.
Me gustan las fiestas de la provincia de Teruel y disfruto en ellas con las relaciones humanas, las charangas, las verbenas y los festivales. Ante nosotros el reto de concebir las fiestas de nuestros pueblos y ciudades al margen de actividades taurinas. Es posible. Este mes se celebran los festivales Tamborilé, de música de calle, y Poborina Folk, de música folk, en Mezquita de Jarque y El Pobo de la Sierra respectivamente. En septiembre se celebrará en Pancrudo el Festival Gaire sobre danza acrobática, teatro, circo, clown y títeres. Estos son caminos de diversión que me gusta transitar e invito a los/as turolenses a seguirlos también.
En fin, no es mi intención influir en las costumbres de los/as turolenses, pero les invito a la reflexión.
Pablo Jorge Pinazo
