
El día empezó llevando la imagen de la virgen en procesión hasta la ermita del Cid, acompañada por los guiones y estandartes. La peaña fue decorada por los caridaderos y fueron las mujeres las encargadas de llevarla a hombros hasta la ermita.

Una vez allí, se realizó la misa y a continuación, las familias repartieron el «panico», una pequeña hogaza que fue bendecida por el cura, a todos los que acudieron. Para terminar el día, grupos de amigos y familiares se quedaron a comer en la ermita aprovechando el buen tiempo que hizo. Un día lleno de tradición y emoción donde la Virgen del Cid estuvo acompañada por los caridaderos y por muchos vecinos de la Iglesuela del Cid.