Repasando el mapa de centrales de energías renovables que se proyectan en la provincia de Teruel, resulta evidente que se trata de un territorio de sacrificio y que se pone a disposición de zonas urbanas e industrializadas. No hay ninguna comarca turolense que se libre de estas macroinstalaciones y solo la sierra de Javalambre está exenta a día de hoy.
A los conocidos proyectos del Maestrazgo, Matarranya, Sierra de Albarracín-Jiloca, Majalinos y Sierra de los Caballos, serranías de Cucalón y Pancrudo, bajo Alfambra, Andorra y el Bajo Aragón, con la mayor concentración de centrales de todo el Estado Español, se han añadido en los últimos días dos grandes proyectos, uno de hibridación de las centrales fotovoltaicas de Escatrón-Alcañiz-Samper, denominado Titán, y el proyecto Turboleta en el entorno de Teruel capital.
Este último es el que motiva la presente reflexión, al tratarse de un proyecto novedoso. Tan innovador que leyendo el Estudio presentado a información previa en el Ministerio de Transición Ecológica se llega la conclusión de no saber cuál es su finalidad, si fabricar etanol, biogás, hidrogeno verde mediante electrolisis o queroseno SAF, o quizás lo es todo pero mal explicado para generar confusión.
Lo que queda bastante claro es que propone un uso preocupante de los recursos, en especial para quienes se encuentren en su entorno. Un ejemplo es el transporte masivo en camiones de las materias primas para la producción, y de hidrogeno verde, un gas muy inestable almacenado a grandes presiones, que conlleva un riesgo de explosión. Lo mismo ocurre con el Co2. Estos convoyes deberán transitar por las poblaciones que estén en su ámbito de actividad.
Otro aspecto preocupante es la necesidad de consumo eléctrico que conlleva la planta. Así se plantea la construcción de una central fotovoltaica de casi 700 hectáreas en las proximidades de Cuevas Labradas y una doble central eólica con 29 aerogeneradores en los pinares de Corbalán y de Formiche y en las parameras de El Pobo y de Cedrillas. Estas macroinstalaciones requieren zanjas Kilométricas y una línea de alta tensión para llevar la energía hasta Platea con más de 120 torres, que atraviesa espacios de la Red Natura 2.000 y ocupan Habitats de interés comunitario . En definitiva supone un impacto visual y ambiental inconmensurable, no en vano implica una potencia instalada como la Central Nuclear de Garoña. Además debe tenerse en cuenta el efecto acumulativo con las centrales eólicas en tramitación de Hoyalta, Cabigordo y Monteagudo del Castillo, así como la proximidad a los cascos urbanos de Cedrillas y el Pobo..
Un asunto importante que no se aclara en el proyecto, es el consumo de agua necesario y su procedencia. Se propone la extracción del acuífero de Concud que abastece a la ciudad de Teruel y la conexión a la red municipal de agua potable. Si las necesidades fueran reducidas no debería preocupar, pero el gasto de agua en la electrolisis es desorbitado y a esto se añade lo necesario para refrigeración y limpieza.
En una situación continuada de estrés hídrico y un consumo creciente en la ciudad, detraer unas cantidades de agua que no se especifican, pero que se prevén importantes por el tipo de actividades a desarrollar, debería llevar a la Confederación Hidrográfica del Júcar, el Ayuntamiento de Teruel y el Ministerio de Transición Ecológica a analizar el proyecto con mucho rigor, no sea que las alegrías por la llegada de nuevas empresas se conviertan en lamentos para la población y las restantes empresas.
No se trata de ser agoreros ante una propuesta de desarrollo industrial, pero tampoco se puede hacer de la necesidad virtud, y no se debe ignorar la necesidad de evaluar los pros y los contras, no vaya a ser que como reza el dicho popular , “éramos pocos y” …
Javier Oquendo
Plataforma Paisajes Teruel