Jueves Santo raro. Sin procesiones y sin olor acera. Y sobre todo sin los bombos turolenses. Suponemos que lo mismo que mañana viernes. Semana de pasión estilo coronavirus
Hoy tocaba limpieza doméstica, pero tras un breve debate familiar y ante el ataque de perrería que hemos tenido los dos miembros de la familia que estamos aquí confinados, hemos decidido, por unanimidad como siempre, dejar el asunto de la limpieza para mañana. Como las decisiones del Eurogrupo sobre las ayudas a España e Italia. O como las pruebas del virus a los empleados de las residencias de mayores. Siempre son mañana
El día también ha traído otro horrible debate en el Congreso que ha demostrado, en nuestra opinión, que los políticos de, todos los colores, no dan la talla y que no sería aventurado decir que son parte del problema. Todos.
En la cocina, una mal y otra bien. Por la mañana le he infligido a mi hijo un guiso con salchichas que merecía, casi, prisión preventiva. El chaval ha estado discreto en su crítica.
Por la noche bien con unas tostas de jamón, queso fundido y huevo frito. Mejor y no engorda. O por lo menos, engorda menos que la tableta de chocolate que me he atizado a lo largo del día, paseo a paseo a la cocina. Un sinvivir de comer y un sinparar de engordar
Y en los balcones hoy menos emoción de ayer (que ya les contamos que las Fuerzas del Orden, Bomberos y Protección Civil, visitaron la Residencia San Pablo). Pero se consolida la tendencia a hacer como mini sesiones musicales, con música antes de las ocho, pausa a las ocho para aplausos y música después de los aplausos. Cuando llegue el buen tiempo, si seguimos encerrados, no me imagino que podrá ser este festival….
Y en las redes, hoy solo la baja política de la que les hablábamos antes. Un horror inmerecido
Ya queda un día menos para que esto pase. Y ya queda un día menos para la vaquilla
